jueves, 20 de septiembre de 2012

Bowling for Patagones


Dentro de unos días se cumplen ocho años del accidente de Carmen de Patagones. El 28 de septiembre del 2004, un alumno apodado Junior ingresó a la Escuela Media n°2 Islas Malvinas y, con una pistola Browning calibre 9 milímetros, disparó a sus compañeros. Harto de recibir burlas y maltrato, dejó un saldo de tres muertos, cinco heridos y un país totalmente conmocionado por lo que sería la primera gran tragedia en un colegio latinoamericano.


En relación al hecho, docentes, testigos, padres y los medios de comunicación comenzaron a analizar por qué un  adolescente de tan solo 15 años se apoderó de un arma de su padre para atentar contra la vida de sus compañeros.

Pero en ese momento nadie asumió la culpa: los padres señalaron a los docentes, los docentes a los medios de comunicación, los medios de comunicación a los padres y, en medio de todo esto, no quedó mejor salida que apuntar a los gustos musicales del joven. Lo cierto es que, detrás de ese festín grotesco que armaron los medios de comunicación hablando de víctimas y de un solo culpable, dejó muy afuera a la reflexión.

Quizá, la Argentina nunca encontrará respuesta para ese interrogante. Sin embargo, lo que debería preocuparnos en este momento es si el panorama sigue siendo el mismo o los antecedentes nos sirvieron para aprender que un adolescente incomprendido por sus padres, ignorado por los docentes y herido por sus compañeros, es una bomba de tiempo.

Si hacemos un poco de memoria, podemos recordar que en el año 2003, 818 personas de entre 15 y 24 años se suicidaron en Argentina. De esa cifra, 312 suicidios pertenecieron a la provincia de Buenos Aires, 64 a Santa Fe y 55 a Córdoba, según una investigación publicada por el diario La Nación.

Sin ir muy lejos, en la semana del 26 al 30 se septiembre del año pasado, tres hechos de violencia contra docentes protagonizados por familiares de alumnos y también por estos últimos, sacudieron la opinión pública.

Además, según un informe realizado por la Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo (CIDE), la Argentina se apoderó de las cifras más alarmantes. En tanto, el 37,18% de los encuestados respondió haber sido insultado o amenazado en el último mes. Mientras que el 23,45% dicen haber sufrido golpes.

El panorama no cambió. Sigue siendo igual o peor. Pero ahora nadie habla de ello. Los padres tienen otros intereses, los docentes solo quieren dar clases, los medios de comunicación ya encontraron algo más de lo cual alimentarse y los alumnos desean terminar las clases cuanto antes. La Argentina no cambió. Ahora también hace falta reflexión. Docentes y padres deberían volver a la escuela y los medios recibir una sanción, porque un adolescente incomprendido por sus padres, ignorado por los docentes y herido por sus compañeros, es una bomba de tiempo; talleres dirigidos a alumnos y padres orientados al respeto, de forma obligatoria y fuera del horario escolar, podría ser una solución. O al menos, ganar tiempo hasta que alguien se digne a escucharlos.





Titulo tomado de Página12 edición 29/09/2004

No hay comentarios: