Cuenta
la leyenda que el 28 del junio de 1969, decenas de mostras se
cansaron de ser violentades por las autoridades policiales en un bar
llamado Stonewall Inn. En un hito que marcaría la vida de la
comunidad LGBT+, estas mostras heroínas, se levantaron en contra de
la policía para poner fin al hostigamiento y a la persecución.
Desde ese momento, cada 28 del junio de todos los años se celebra el
Día del Orgullo. En muchos países de America Latina, esta
celebración se realiza durante el mes de noviembre. Y claro, no da
salir semi desnude, bailar y cantar cuando el clima no nos acompaña.
Ayer
sábado 11 de noviembre, miles de mostras más nos manifestamos por
las calles de Córdoba. El lema oficial de la marcha fue: “Macri
es hambre y represión, nosotres resistencia y subversión sexual”.
Este lema causó un gran revuelo en las redes sociales, ya que muchas
personas acusaron a la marcha de hacer política. Y sí. Pues clara.
Eso es lo que se busca en cada una de las marchas. Toda marcha es
política y cada una de nuestras cuerpas también.
Pero
es que les dirigentes políticos se encargaron durante todos estos
años de hacernos creer que el término “política” es mala
palabra. Y ni hablar del rol que debemos ocupar en la sociedad. ¿Cómo
un gay, una lesbiana, un trans o una trava van a hacer política? Eso
sería demasiado progresismo para algunas mentes cerradas. El gay
debe estar en el sauna, la torta en el camión, la trava a la calle y
el trans no existe. ¿Por qué deberíamos meternos en asuntos
sociales, políticos y económicos como el resto de la sociedad?
“Se
ve que ustedes no conocen la verdadera historia de la marcha del
orgullo, se darían cuenta de que no es política”, se manifestaba
une enojade por la red social Facebook. Como si la represión
policial que se sufrió en Stonewall fuese una acción separada del
contexto político que se vivía en ese entonces. Y como si el
levantamiento de nuestras heroínas no fuese una respuesta política
a la violencia ejercida sobre nuestra comunidad. “Acá solamente
hay agrupaciones K y de izquierda, ¿dónde están las demás?”, se
afligía otre. Es lo mismo que nos preguntamos muches: ¿Dónde está
el resto de las agrupaciones? ¿Realmente les importa la lucha por
los derechos de la comunidad LGBT+? Porque sus líderes ya nos
dejaron en claro que no.
Otra
de las características que diferenció esta marcha de las
anteriores, es el cambio de los términos “diversidad sexual” por
“disidencia sexual”. Disidencia sexual engloba todas las
identidades, orientaciones sexuales, movimientos culturales, sociales
y políticos que no corresponden a esa lógica heteronormativa que se
nos fue impuesta desde el momento en el que nacimos. Por otro lado,
“diversidad” incluye además a esa hegemonía que tanto daño nos
hizo. ¿La marcha de la disidencia excluiría a las personas
heterosexuales? No, simplemente se aleja y critica a las políticas
sexuales tradicionales que nos oprimen a todes. ¿Qué tipo de
liberación o revolución sexual somos capaces de llevar adelante si
utilizamos la misma lógica y el mismo lenguaje heteronormativo de
quienes nos dominan?
En
fin, mientras muches decidieron hacer política al frente de una
computadora criticando todos los flyers de la marcha,
miles decidieron
hacer política en la calle, exigiendo Inclusión laboral y sanitaria
plena para personas trans. Esta consigna es la única que se viene
repitiendo desde hace 9 años. También, se exigió derechos
laborales para les trabajadores sexuales, basta de violencia hacia
las personas disidentes y aborto legal, seguro y gratuito. Además,
hubo una clara disconformidad con respecto al protocolo de detención
para personas LGBT+. Dale, intentá convencerme de que puede existir
una marcha del orgullo sin política.
Antes
de finalizar esta pequeñísima nota, quiero dejar varias cosas en
claro: esta publicación es política y puramente subjetiva. Como
todas las notas que leemos en internet y en el diario, como todas las
notas que escuchamos en la radio y todas las que vemos en la tele. Lo
“apolítico” y la objetividad, es como Papa Noel... Un invento de
les padres.
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