viernes, 12 de abril de 2013

La objetividad en el periodismo


Distintos fueron los debates que se realizaron hasta el día de hoy sobre si existe o no la objetividad (o imparcialidad absoluta) en el periodismo. El objetivo principal del siguiente informe es el de responder el interrogante o, al menos, ofrecer una mirada más crítica a cerca de lo que nos dicen hoy los medios de comunicación y cómo influyen éstos en la sociedad actual. Para ello, tomamos como eje principal el texto “El periodismo, la televisión y la publicidad en el mundo global”, de María Alaniz, presente en el apunte Introducción a la carrera de Comunicación Social 2013 (segunda parte), de la Escuela de Ciencias de la Información. Además, no podemos dejar de lado la mirada que nos brindan los medios de comunicación que defienden intereses fuertes, tanto del lado de la oposición, como del oficialismo en la Argentina.


Para comenzar, María Alaniz manifiesta que la noticia es el centro del género periodístico y la forma más sencilla de transmitir información, ya sea a través de la radio, la televisión o la prensa gráfica. En ese sentido, debemos entender que la noticia es el relato de un acontecimiento verdadero, actual y de interés general. Sin respetar estos principios, muchas veces los medios nos ofrecen relatos basados en rumores, frases sacadas de contexto, datos falsos, e incluso, muchas veces son esos mismos medios los que imponen en qué temas debe interesarse la gente. En este último caso deberíamos mencionar el caso Candela: no era la primera vez que desaparecía una niña de la cual se sospechaba que se explotaba sexualmente en la trata de personas. Sin embargo, antes de este acontecimiento, pareciera que en la Argentina nunca hubiese desaparecido nadie. Luego de este hecho, la gente tenía miedo de salir de la calle e incluso circulaban rumores de jóvenes secuestradas en el Patio Olmos, cuya afirmación tuvo que ser desmentida por parte de sus autoridades.

Por otro lado, la información presente en las noticias posee una jerarquización de datos, que muchas veces es de mayor a menor importancia (pirámide invertida), a criterio de cada autor. Es por esto que podemos encontrar diferencias abismales entre los relatos del mismo hecho cubierto por diferentes medios de comunicación. Pero no supongamos que esta diferencia sea consecuencia únicamente de la prioridad que le ofrece el periodista, sino que también deben incluirse los intereses que defienden esos medios para los que trabajan. A esto podemos ejemplificarlo con los diferentes titulares que podemos ver del mismo hecho. Sobre uno de los últimos acontecimientos en La Plata, el día viernes 5, Clarín tituló sobre la Ministra de Desarrollo Social y el Gobernador Scioli: “Alicia Kirchner y Scioli fueron a un centro de evacuados y los insultaron”, mientras que en página12, el titulo fue: “De visita en los centros de evacuados”. Pero estas pequeñas y grandes diferencias que apreciamos en los diarios Clarín y Página12 también ocurren en Radio Nacional con respecto a Radio Mitre, o en la Televisión Pública y Canal 13, y así con cientos y cientos de ejemplos de prensa gráfica, radial, y televisiva. 

Lo inquietante, es que siempre son dos miradas distintas y no más. Algo contrario a lo que se votó en el año 2009 con el nombre de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y que hasta el día de hoy no se ha implementado como corresponde. El objetivo principal de dicha ley, votada por el oficialismo y por parte de la oposición, es el de pluralizar las voces y otorgarle más importancia a la información local y a los profesionales de la región, para que los medios no se conviertan en unas repetidoras de lo que ocurre en Capital Federal y para que cada vez sean más las personas con licencia, en lugar de que sean unos pocos los que manejan varios medios.


Otra de las reglas del periodismo clásico es la de responder en las primeras oraciones las cinco preguntas más importantes: ¿Qué pasó? ¿A quién involucra? ¿Cómo pasó? ¿Dónde pasó? ¿Cuándo pasó? El orden de ellas dependerá del grado de importancia de los acontecimientos. No es lo mismo que el hecho afecte a un ciudadano común o al Gobernador, que ocurra en la calle o en un acto privado, que sea en una fecha ordinaria o en una fecha especial. Y una vez más estará sujeto a la prioridad que cada periodista le ofrezca.

Otro criterio fundamental y decisivo para afirmar que en el periodismo no existe la objetividad es el uso de las palabras. No es lo mismo decir “los manifestantes” que “los piqueteros”. El sentido cambia muchísimo. Y un ejemplo claro de ello es la manifestación producida al frente de la Casa Radical en contra del aumento del boleto de colectivos. Algunos medios presentaron la noticia como piqueteros que causaron desastres, y otros como manifestantes que se oponían a un aumento. Depende de cómo se adquiera la noticia, el espectador va a tomar partido con respecto al hecho.

Para finalizar, María Alanís brinda un ejemplo bastante claro para afianzar la toma de posturas por parte del autor de la noticia o del medio en particular. El ejemplo es a cerca del tratamiento que recibieron los manifestantes que participaron en el cacerolazo de la crisis económica y política del 2001. Las movilizaciones de diversos sectores sociales que reclamaban mejor calidad de vida, justicia, mejor salario, trabajo y seguridad fue opacado por los problemas de tránsito que generaron los cortes, los saqueos que ocurrieron en distintos puntos del país, los posibles desbordes, las pedradas o enfrentamientos con la policía, los heridos o detenidos que tuvieron una mejor cobertura.

En sentido contrario, y una vez más volviendo a esas dos visiones que nos brindan los medios, podemos citar a los hechos ocurridos el 8 de noviembre del año pasado. Mientras los medios opositores nos mostraron un enorme grupo de gente y describieron la concentración en contra del Gobierno Nacional como algo pacífico y respetuoso, los medios oficialistas mostraban consignas de odio, cantos xenofóbicos y racistas y golpes a periodistas que opacaron los reclamos justos de otros sectores.

En conclusión, cada periodista es una persona común con cierta parte de la realidad que lo atraviesa. No se puede conocer absolutamente todo. No todos se enfrentaron con lo mismo, no todos pertenecen a la misma religión, ni comparten gustos musicales o políticos, ni fueron criados de la misma manera. La realidad que uno auto percibe, ciertamente no es la misma realidad que percibe el orto. Y bajo esta parte percibida de la realidad, nos ofrecen su relato de los acontecimientos.

Cada uno puede llamarlo de la manera que lo desee. Puede denominarlo como objetivo o aproximación. Lo cierto, es que esa noticia debe ser verdadera. Y las intenciones del autor deben notarse lo menos posible. Y los intereses de los medios, también.


Bibliografía
Alaníz,  María (2013) Introducción a la carrera de Comunicación Social 2013 (segunda parte) - “El periodismo, la televisión y la publicidad en el mundo global”

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