Distintos fueron los
debates que se realizaron hasta el día de hoy sobre si existe o no la
objetividad (o imparcialidad absoluta) en el periodismo. El objetivo principal
del siguiente informe es el de responder el interrogante o, al menos, ofrecer
una mirada más crítica a cerca de lo que nos dicen hoy los medios de
comunicación y cómo influyen éstos en la sociedad actual. Para ello, tomamos
como eje principal el texto “El periodismo, la televisión y la publicidad en el
mundo global”, de María Alaniz, presente en el apunte Introducción a la carrera
de Comunicación Social 2013 (segunda parte), de la Escuela de Ciencias de la
Información. Además, no podemos dejar de lado la mirada que nos brindan los
medios de comunicación que defienden intereses fuertes, tanto del lado de la
oposición, como del oficialismo en la Argentina.
Para comenzar, María
Alaniz manifiesta que la noticia es el centro del género periodístico y la
forma más sencilla de transmitir información, ya sea a través de la radio, la
televisión o la prensa gráfica. En ese sentido, debemos entender que la noticia
es el relato de un acontecimiento verdadero, actual y de interés general. Sin
respetar estos principios, muchas veces los medios nos ofrecen relatos basados
en rumores, frases sacadas de contexto, datos falsos, e incluso, muchas veces
son esos mismos medios los que imponen en qué temas debe interesarse la gente.
En este último caso deberíamos mencionar el caso Candela: no era la primera vez
que desaparecía una niña de la cual se sospechaba que se explotaba sexualmente
en la trata de personas. Sin embargo, antes de este acontecimiento, pareciera
que en la Argentina nunca hubiese desaparecido nadie. Luego de este hecho, la
gente tenía miedo de salir de la calle e incluso circulaban rumores de jóvenes
secuestradas en el Patio Olmos, cuya afirmación tuvo que ser desmentida por
parte de sus autoridades.
Por otro lado, la
información presente en las noticias posee una jerarquización de datos, que
muchas veces es de mayor a menor importancia (pirámide invertida), a criterio
de cada autor. Es por esto que podemos encontrar diferencias abismales entre
los relatos del mismo hecho cubierto por diferentes medios de comunicación.
Pero no supongamos que esta diferencia sea consecuencia únicamente de la
prioridad que le ofrece el periodista, sino que también deben incluirse los
intereses que defienden esos medios para los que trabajan. A esto podemos
ejemplificarlo con los diferentes titulares que podemos ver del mismo hecho.
Sobre uno de los últimos acontecimientos en La Plata, el día viernes 5, Clarín
tituló sobre la Ministra de Desarrollo Social y el Gobernador Scioli: “Alicia
Kirchner y Scioli fueron a un centro de evacuados y los insultaron”, mientras
que en página12, el titulo fue: “De visita en los centros de evacuados”. Pero
estas pequeñas y grandes diferencias que apreciamos en los diarios Clarín y
Página12 también ocurren en Radio Nacional con respecto a Radio Mitre, o en la
Televisión Pública y Canal 13, y así con cientos y cientos de ejemplos de
prensa gráfica, radial, y televisiva.
Lo inquietante, es que siempre son dos
miradas distintas y no más. Algo contrario a lo que se votó en el año 2009 con
el nombre de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y que hasta el día de
hoy no se ha implementado como corresponde. El objetivo principal de dicha ley,
votada por el oficialismo y por parte de la oposición, es el de pluralizar las
voces y otorgarle más importancia a la información local y a los profesionales
de la región, para que los medios no se conviertan en unas repetidoras de lo
que ocurre en Capital Federal y para que cada vez sean más las personas con
licencia, en lugar de que sean unos pocos los que manejan varios medios.
Otra de las reglas
del periodismo clásico es la de responder en las primeras oraciones las cinco
preguntas más importantes: ¿Qué pasó? ¿A quién involucra? ¿Cómo pasó? ¿Dónde
pasó? ¿Cuándo pasó? El orden de ellas dependerá del grado de importancia de los
acontecimientos. No es lo mismo que el hecho afecte a un ciudadano común o al
Gobernador, que ocurra en la calle o en un acto privado, que sea en una fecha
ordinaria o en una fecha especial. Y una vez más estará sujeto a la prioridad
que cada periodista le ofrezca.
Otro criterio
fundamental y decisivo para afirmar que en el periodismo no existe la
objetividad es el uso de las palabras. No es lo mismo decir “los manifestantes”
que “los piqueteros”. El sentido cambia muchísimo. Y un ejemplo claro de ello
es la manifestación producida al frente de la Casa Radical en contra del
aumento del boleto de colectivos. Algunos medios presentaron la noticia como
piqueteros que causaron desastres, y otros como manifestantes que se oponían a
un aumento. Depende de cómo se adquiera la noticia, el espectador va a tomar
partido con respecto al hecho.
Para finalizar, María
Alanís brinda un ejemplo bastante claro para afianzar la toma de posturas por
parte del autor de la noticia o del medio en particular. El ejemplo es a cerca
del tratamiento que recibieron los manifestantes que participaron en el
cacerolazo de la crisis económica y política del 2001. Las movilizaciones de
diversos sectores sociales que reclamaban mejor calidad de vida, justicia,
mejor salario, trabajo y seguridad fue opacado por los problemas de tránsito
que generaron los cortes, los saqueos que ocurrieron en distintos puntos del
país, los posibles desbordes, las pedradas o enfrentamientos con la policía,
los heridos o detenidos que tuvieron una mejor cobertura.
En sentido contrario,
y una vez más volviendo a esas dos visiones que nos brindan los medios, podemos
citar a los hechos ocurridos el 8 de noviembre del año pasado. Mientras los
medios opositores nos mostraron un enorme grupo de gente y describieron la
concentración en contra del Gobierno Nacional como algo pacífico y respetuoso,
los medios oficialistas mostraban consignas de odio, cantos xenofóbicos y racistas
y golpes a periodistas que opacaron los reclamos justos de otros sectores.
En conclusión, cada
periodista es una persona común con cierta parte de la realidad que lo
atraviesa. No se puede conocer absolutamente todo. No todos se enfrentaron con
lo mismo, no todos pertenecen a la misma religión, ni comparten gustos
musicales o políticos, ni fueron criados de la misma manera. La realidad que
uno auto percibe, ciertamente no es la misma realidad que percibe el orto. Y
bajo esta parte percibida de la realidad, nos ofrecen su relato de los
acontecimientos.
Cada uno puede
llamarlo de la manera que lo desee. Puede denominarlo como objetivo o
aproximación. Lo cierto, es que esa noticia debe ser verdadera. Y las
intenciones del autor deben notarse lo menos posible. Y los intereses de los
medios, también.
Bibliografía
Alaníz, María (2013) Introducción a la carrera de
Comunicación Social 2013 (segunda parte) - “El periodismo, la televisión y la
publicidad en el mundo global”
No hay comentarios:
Publicar un comentario