Julieta, de tan solo 18 años
de edad, llegó al último día de clases que la despediría del secundario. Su
corazón agitado y su nerviosismo le prohibían quedarse quieta. Se ubicó en el
medio del patio, en frente de todos los alumnos del establecimiento y sentía
cómo sus latidos resonaban fuertemente en su cabeza. Ella no podía sacar la
mirada de su profesora, con quien interpretaría la obra de Romeo y Julieta
adaptada a la época actual.
Romelia, la maestra que se
encontraba disfrazada de Romeo, podía notar el brillo en los ojos de su
compañera, pero un nudo en la garganta le impedía hablarle.
La obra finalmente comenzó y
las miradas del público hacia las intérpretes se hizo aún más inevitable. La
profesora y la alumna se despidieron de sus roles habituales para meterse en la
historia de un amor imposible.
Por otra parte, el director de
la obra se ubicaba entre el público, maravillado, con una enorme sonrisa y sin
poder creer que luego de tanto esfuerzo durante los ensayos, la obra estuviese
saliendo a la perfección. Él sujetaba con firmeza el texto que debía leer al
terminar la obra. Este escrito le había sido entregado por la adolescente,
quien le insinuó que había adoptado nuevos cambios al final de la obra.
Se apaga la luz una vez más,
marcando así el final de la penúltima escena. Las protagonistas, a escondidas,
se miran y asientan con la cabeza el pacto silencioso, respirando profundo.
Luego, comienza la
escena final. Las luces indican el regreso a la ficción y, al iluminarse el
escenario, todos observan a un Romeo sin su disfraz, lo que desconcierta a los
espectadores, incluso al director. La niña toma de la cintura a Romelia, las
cuales habían regresado a sus personajes de la vida, y comienzan a acercar sus
labios. El corazón de Julieta parecía que iba a estallar, pero esta vez no
había nervios de por medio. Finalmente, comienzan a
besarse y del rostro de cada una, se desprende una lágrima de lamento y culpa.
Tras el beso, Romelia toma el
veneno y comienza a sentir el amargo sabor en sus labios que no lograba opacar
lo sucedido. Sintió que era lo más hermoso que había experimentado en su vida
entera.
Por su parte, Julieta observa
con tristeza cómo el amor de su vida cae lentamente al suelo y, segundos
después, repite las acciones de la profesora hasta desplomarse sobre ella.
De repente, el director
interrumpe en el escenario totalmente nervioso y, con la voz dubitativa,
comienza a leer el desenlace que Julieta había preparado: "La mañana nos
trae una paz lúgubre. El sol, dolorido, nos enseña su rostro. Salgamos a contar
nuestras tristezas. Algunos verán en lo que acaban de experimentar perdón,
otros verán castigo. Pero lo cierto es que nunca hubo una historia tan triste
como esta, la de Romelia -suspira- y su bella Julieta".
El director, al culminar el
texto, quedó completamente helado y observó que las actrices no respiraban.
El telón cayó y el público se
puso de pie para aplaudir eufóricamente y esperar que las actrices salieran a
saludar.
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